Celebremos Nuestro Idioma

Como se va el brillo de tus ojos, mi recuerdo camina hacia el olvido
y el relato de nuestra historia, se pierde en el frío viento.

Recuerdo tu mirada de misterio,
y tu sonrisa indicando una nueva osadía.

Mi alma se parte en pedazos y mi voz se quiebra
al rememorar aquellos momentos de euforia y gozo inocentes.
Sé que son tiempos irrepetibles,
caducados y pisoteados por el descuido y la nostalgia.

El olvido exilia cualquier resto de importancia,
y el tiempo cubre toda historia con una gruesa capa de polvo,
de esas que revelan huellas condenadas a quedarse para siempre.

Espero que algún día entiendas mi dolor al recordar tiempos perdidos
y sientas este vacío tan inmenso y tortuoso
que ni la vida termina de llenar.

Tu recuerdo es mi condena perpetua
destinado a vivir en mi memoria.

Me alegra que encontraras mi reemplazo.
Y que estés feliz.
Eso sí jubila la tristeza que provoca tu mirada.

Ojalá mires algún día esta historia hecha añicos
y recuerdes este viejo cuento que escribimos juntos.
Para que sepas qué es sufrir por un ser que ni te advierte
Y llorar por memorias vagas y fragmentadas por los años.

Ojalá el olvido no te entierre nunca,
aunque no valga la pena recordarte.
Ojalá el tiempo te borré sin dolor alguno,
aunque ambos sepamos que tú memoria
es mi castigo por quererte tanto.

Que la paz que encuentro en ti se disipe
y logre recordar lo venenoso de tu dulce tacto.
Que tus caricias en noches en vela no sirvan de abrigo
Y mis miedos no se escabullan desesperados en tus brazos.

Que mi rostro no delate las lunas que te visito
y mi sonrisa cubra honesta los temores que te digo.
Que mi propia alma escale el abismo en el que me has metido
y mis ojos sean la única soga que necesito.

Que sea yo quien me salve
y no tema temerme.
Que sea yo quien deleite la vida
con más amor hacia ella que a la muerte.

Me aterran cielos grisáceos
que siga siendo ruina tras mis manos.
Que tu tristeza y melancolía no ahoguen mi barco
y apacigüen mi espíritu y ganas de tanto.

Deseo enterrarte en lo más profundo de mi cuerpo.
Pero no sé si pueda matarte si anhelo mi propio entierro.
Quiero escapar esta agonía y sufrimiento
y se que puedo aunque a tu partida le tema infiernos.

Siento que no encuentro ya parte de mí en ti.
Y no sé cómo sentirme al respecto.
Decidí dejarte ir sin pensar de nuevo
por más terror que causara tu ausencia en mi pecho.

No sé qué quiero
pero anhelo tanto.
Tengo un deseo ardiendo dentro.
Un fuego que no apaga ni tus brazos.

Esta es mi carta de despedida.
De adiós a la luz que propagaba mi averno.
Adiós al dolor corpóreo que nunca sanó mis cielos.

Una despedida a mi sombra.
A la oscuridad que habita dentro.
Una despedida a mí misma.
A este maldito infierno.

Agotada estoy.
Agotada de esto.
Solo quiero vivir y ser.
Sin sentir que muero

En aquel instante, sonrió.
Sonrió sin miedos, alineando la comisura de sus labios con sus hoyuelos aroma a hechizo.

Y sonreí.
Sonreí como antes.
Con vida y ganas de seguir en este mundo caótico.

Era como si me diera fuerzas.
Cómo sí desprendiera luz.
Era fuego.
Una llama ardiente que guiaba mis pasos
y me sacaba del abismo en el que me encontraba.

Me devolvía el aire.
Me devolvía el alma.

Era como si nada importara,
Salvo su mirada.
Esos ojos de ensueño.
Esos mares de magia.

Que susurraban suave en medio de mi brisa.
“Calma vida,
Que este mundo atroz
Se vive con una sonrisa en el rostro
Y en mi caso
La que se posa en tus labios.”