La educación de nuestros niños y niñas depende del apoyo fundamental de los padres de familia en asocio con los docentes y las instituciones educativas. Es importante que les ofrezcamos condiciones de vida agradables, llenas de afecto, amor, buen trato, comprensión de sus inquietudes, oportunidades de expresar sus pensamientos y sentimientos, medios para adquirir buenos conocimientos y, además, capacidades para relacionarse bien con su comunidad.

Por tanto, para lograr que el niño se forme, eduque y adquiera capacidades para resolver situaciones en su futuro, es fundamental que estemos los docentes y padres de familia conjuntamente atentos a las necesidades que presenten nuestros niños y niñas y, en común acuerdo, analizar cómo apoyarlos para que crezcan, aprendan y adopten actitudes positivas para su vida, con satisfacción.

Alcanzar su desarrollo integral se traduce en que nuestros niños y niñas sean personas con capacidad de controlar sus emociones, superar momentos de ira, aprender a esperar, respetar turnos, reconocerse a sí mismo, reconocer los sentimientos y pensamientos de sus compañeritos, relacionarse positivamente con ellos, ser constantes en el cumplimiento de tareas académicas, tener la voluntad para el estudio e integrarse con facilidad en actividades colectivas. Para ello, debemos los docentes y padres de familia dialogar constantemente para que unidos les garanticemos a ellos y ellas las mejores condiciones de vida en la casa y en la institución educativa.

Tengamos en cuenta que los primeros aprendizajes y la formación de los niños empieza con el ejemplo, con nuestras acciones cotidianas. Los niños, así como apropian desde la cuna nuestra lengua a través de nuestras verbalizaciones, también van apropiando modos de ser, de sentir y de pensar que van definiendo su personalidad. Es decir, como padres, docentes y adultos que acompañan a los pequeños, somos responsables de reflexionar y pulir nuestros actos de vida, pues estos son el espejo mediante el cual los niños van estructurando sus propios actos.

Nuestra invitación, en consecuencia, es a iniciar un diálogo entre padres y docentes en torno a este gran objetivo: ofrecer a nuestros niños el mejor ambiente físico y humano para su crecimiento y fortalecimiento integral.